Güelito

Habré de proteger la silla 
que aguarda tu presencia.
Cada día la vigilaré.
Llenaremos tu plato, 
encontraremos los brebajes 
que sé que amabas.
Tu vaso estará repleto,
y tu puesto intacto,
irreemplazable.

No logro comprender 
tu ausencia.
No volveré a abrazar al hombre 
que crió a mi inspiración,
mis sueños,
mis pasiones, 
mi futuro. 


Ahora tu olor,
reposa en los botes de perfume
sin abrir,
en la repisa del baño.
La misma en la que ahogué
mis heridas 
en agua y tierra mojada 
para seguir adelante.
Tal como me enseñaste.

“Hay que ensuciarse, hija”

Esas palabras me acompañan a diario,
güelito. 
 
No puedo entender
el no tenerte más. 
No expresarte el amor
que siempre te guardé. 
Ni el orgullo 
de llevar tu apellido.
Hasta que sea mi turno.

Tu vuelo llegó tan de repente,
tan acorde al mío.

Dime que sabías lo que escribo.
Egoístamente te pido que hayas pensado en mí
en los últimos segundos antes de tu marcha.

He rezado tanto,
llorado tanto.

Te quiero, 
te querré.

En este poema queda grabado,
lo que sé que sabías.
Lo que debería haberte repetido. 

Siento no haberlo hecho.
Siento haber tenido miedo de hacerlo.
Me castigo por no recitar
que mi meta era ser como
Tú.
Que tu fuerza era la mía.

Siempre te pensaré.
Siempre serás mi abuelo.
Siempre te adoraré.

Porque me diste a mi padre.
La vida que dibujó 
los garabatos de 
la mía. 

¿Qué sentiré al volver a tu casa
y no verte humedeciendo los dedos 
para mover las hojas 
del periódico?
¿Al ver tus gafas y tu cartera,
sin dueño,
en la mesa?

¿Sigues estando orgulloso 
de mí?
¿Qué sentiré al saber
que te fuiste en silencio,
ignorando que estaba contigo
en cada segundo de mi mente?
¿Sin saber que no he dejado
de pensar en ti?

Hay dolor en todos nosotros.
En los ojos de 
tus hijos.
Tus nietos.
Los míos.

Tu familia.

Sé que alguien maravilloso
te cuida donde estás. 
Que os veré cuando
llegue mi hora.
Que podré leerte
este poema. 

Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.”

Cuando digan tu nombre 
sonreiré y haré arte
de nuestra sangre.
La tuya,
la que me hace 
quien soy.

Te quiero,
te querré.

Jamás lo diré 
en pasado.

Nos veremos pronto.

                   Para Wenceslao Jordán Cabello, mi abuelo. 

Comentarios

Entradas populares