No sé cuándo.

Pareciera que desde el
primer momento
en que me acerqué a ti,
hubieses estado pensando
en la despedida.

Y yo, tan segura de que
no sentía nada,
nada real,
nada intenso,
me encuentro llenando cada esquina
de rocío creado
por mis lágrimas,
al pensar en que ya
no me quieres.
O quizás
nunca,
lo hiciste.

Qué fácil es hacerme
la fuerte,
cuando no te veo.
Cuando mis ojos no
te encuentran
es sencillo fingir
que soy como una muralla.
Indestructible.

Sin embargo, cuando te veo,
me doy cuenta de que sin ti
estoy vacía
y siento miedo
de no poder volver a sentirme
una entidad completa.

Cuando te veo y sé
que ya no eres mío.
Que para ti, en ningún
momento lo fuiste.
Cuando te veo feliz
porque ahora no tienes que pensar
en hacerme daño.

Cuánta razón tienes,
creo que no podría sentir más dolor
que ahora.

No importa quién intente
hacerme sentir mejor
o cuántas bocas pruebe
para olvidar la tuya.
Al alejarme de los labios
ajenos,
solamente me entra rabia
e impotencia
porque lo único
que quiero
es que seas tú el que roce
su aliento
contra mi rostro.

Siento tanto no haber sido
un amor para ti.
Siento haber pensado
que no te quería.
Siento que te sientas
aliviado
ahora que se han acabado
nuestras noches de abrazos
y suaves palabras.

Ojalá pudiese saber
si la persona que yo conocí
es quien eres en realidad,
o si tan solo era
tu crueldad
queriendo hacerme creer
que yo te importaba.

Este dolor me consume.
Y estaré bien.
Pero hoy no lo estoy.
Y no sé cuándo voy a estarlo.

Comentarios

Entradas populares