odio.

Sé que te dije que no quiero saberlo. Y así es. O eso creo. Mas la libertad de mi imaginación es tan amplia. Me corroe. "Pues claro que está con una distinta cada noche." ó "Sin duda se ha enamorado como nunca antes. No habrá otra para él." Pienso en el color de su pelo, en cómo huelen, el tono de su tez. Creo detallados escenarios sobre qué pueden haberte dicho que te haya hecho olvidarme tan rápido. Las veo tocándote, tus expresiones cuando les haces el amor. Siento asco de solo escribirlo. Tu cuerpo desnudo sobre el de otra. Gimiendo y disfrutando, no a través de mí. De pronto, una pista. ¿Y esa fotografía?¿Acaso es ella? No puedo sentirme más enemiga del sexo femenino como ahora mismo. "Es horrible, le doy mil vueltas," pienso. "Es perfecta," pienso también. "Entiendo que la prefiera," termino por concluir. Odio saber cómo es. Odio que sea alta, rubia, esbelta – todo lo contrario a mí. Odio que mis pesadillas tengan protagonista. Odio pensar en su cara enmarcada por tus manos. En sus dedos huesudos acariciando tu nariz. Sus dientes de conejo recorridos por tu lengua. Odio saber su nombre e imaginarte susurrándolo en el húmedo ambiente nocturno. Odio saber que hacéis exactamente las mismas cosas que hacíamos nosotros, y que eso demuestre que yo no fui su inventora. En tu lista, cada una hemos ocupado un lugar similar. Entretenerte y alimentar tu pasión cuando estás a nuestro lado, para luego quedar sumidas en el más profundo y denso barro con tu marcha. Marcha que a ti no parece afectarte. ¿Le has hablado de mí? Ya no a ella, sino a alguien. ¿Piensas en mí? Apuesto que en tu mente sigo siendo el mayor festín que jamás se ha pegado tu ego. Y aquí sigo, autoengañándome. Asegurando que no tengo nada que reprocharte. Porque así es. Ojalá tuviese la jerarquía de hacerlo. Llevo cuatro meses convenciéndome de que el destino nos quiere juntos. Cada día que pasa está más que claro, que poco importa el destino, si tú no deseas su dictadura. No quiero llorar más. Ni echarte más de menos. Quiero dejar de pensar en nosotros como medicina para dormirme. Dejar de lijarme la piel con la esponja cuando alguien más me toca. Sé que te dije que no quiero saberlo. Y así es. O eso creo. No sé si prefiero no saber quién es tu nueva yo o que vengas y me cuentes cada detalle. Por lo menos así podría dejar de estar segura que por ellas sientes lo que siempre supliqué a Dios sintieses estando conmigo.

Comentarios

Entradas populares