cuadrántidas.
Sé lo que he vivido, y por eso quizás la cosa que más odio es la queja de las personas cuando algo muy pequeño significa para ellos un mundo, llorar porque no puedes ir a una fiesta, pelear porque tu madre no te compró los zapatos de ese escaparate que todas tus originales amigas tienen, sentir que tu vida ya no merece la pena ser vivida tan solo porque te han rechazado una vez. Si eres una de esas personas, déjame contarte una historia, una historia que espero te haga recapacitar.
Érase una vez un niño, un niño al cual no daban más de cinco años de vida por haber nacido con una Trisomía en el par 8, ¿no sabes lo que es? Te lo resumiré diciendo que es una enfermedad que se basa en la existencia de tres cromosomas en el par 8 en lugar de dos, lo que afecta al desarrollo y que ayuda a que haya malformaciones en los órganos. Es una enfermedad de la que no se habla, de la que no se tiene idea, una enfermedad para la que no hay cura. Ese niño tuvo que someterse a unas once operaciones desde que cumplió los tres años, todas intentando que su vida pudiese ser más fácil, que su precioso y delicado cuerpo pudiese ser como el de los demás niños que nos rodean a diario. Afortunadamente, todo marchaba bien para nuestro protagonista, seguía fuerte, soportando cada intervención de manera admirable, siempre mostrando a su familia una gran sonrisa, diciendo que él era feliz, que otros niños estaban mucho peor que él, que él era afortunado. Sin embargo, a medida que crecía, los tendones no crecían con él, de manera que la forma en que caminaba era cada vez más dañina para él, en una posición de punteras realmente notable. Fue entonces cuando todo cambió. Sus padres decidieron operarle inmediatamente, y tras la operación vino la noticia. Él no volvería a caminar. Es cierto que habría acabado sin caminar igualmente, pero esa operación adelantó varios años ese horrible final para un niño que tenía todo un mundo que recorrer, toda una vida que vivir igual de sano que la mayoría. Para que os hagáis una idea mejor, ese niño es mi hermano. Fue después de esa operación cuando mi hermano sufrió lo que nunca le había visto sufrir, a pesar de las operaciones anteriores, a pesar de el dolor en camilla, a pesar de todo, eso le cambió, eso le hizo darse cuenta de que la vida era tan injusta a veces que no valía la pena seguir sonriendo ante las adversidades. Tenía también constantes infecciones de orina al no poder moverse, lo cual lo hacía aún peor.Mis padres no se rindieron, después del duro golpe no quisieron darse por vencidos y lo antes posible le apuntaron a fisioterapia, le compraron muletas para que intentase poder caminar un poco, le compraron férulas para las piernas vergonzosamente caras, y fueron engañados en más de una ocasión tanto por médicos como por vendedores de productos para personas discapacitadas con el fin de sacar más dinero, a pesar de que eso conllevase reírse de una familia que sufría el luto del poder de caminar de mi hermano. Ahora me gustaría poder deciros que él lo logró, que realmente un milagro sucedió y que ahora se dedica a correr maratones, pero no es así. Él lloraba de dolor al llevar las férulas, lloraba de dolor al intentar estirar las piernas, lloraba de impotencia al saber que esa maldita silla sería su movilidad de por vida.A pesar de todo, con el tiempo mejoró, y tras más operaciones, ahora ha cogido mucha fuerza en sus piernas, mucha confianza en sí mismo, y vive con lo que le tocó día a día, sabiendo que odiar su enfermedad no le haría avanzar, sino quedarse estancado.Como hermana, os aseguro que lo peor que os puede pasar en la vida es ver al ser que más amas en todo el universo sufrir de esa manera, tener miedo de perderle en cada operación, temer que él nunca sea feliz. Ver cómo la gente le mira diferente por la calle, ver como los adultos le tratan creyendo que es idiota, creyendo que ellos son superiores por poder usar sus piernas. Rodearte desde pequeña de niños igualmente enfermos o incluso peor, y que sin embargo jueguen, rían, tengan esperanza. Aunque lo más duro para mí sin duda es ver a otros chicos de su edad y saber que él podría ser así ahora, que podría romper miles de corazones si quisiera, y que podría viajar solo, tirarse desde una piedra alta al mar, etc.Pero sin embargo, no siento pena de mí misma, él es quien lo ha sufrido, yo solo he conseguido crecer como persona, y le estoy tan agradecida a él y a mis padres por hacerme ver lo que es realmente importante en el mundo. Daría mi vida ahora mismo si supiese que de esa forma mi hermano podría caminar, y a la vez, agradezco que esa estúpida enfermedad me haya hecho ser como soy, que me haya hecho conocer el lado oscuro de las cosas.Quisiera algún día ser como mis padres, que lucharon y luchan cada día porque mi hermano pueda ir a cada actividad, que pueda ir de ruta, que pueda bajar el Sella, que pueda viajar, que tenga la vida tan maravillosa que ahora tiene, y que nunca han permitido que nada ni nadie hiciesen que mi hermano se quedase atrás, estoy tan agradecida a Dios por haberme dado una familia tan maravillosa, tan unida e increíble que a veces temo que ellos tan solo desaparezcan. Admiro tanto su fortaleza.Y de mi hermano...¿qué decir de él? Desde el primer momento que le vi ha sido el amor de mi vida, mi timón, la persona que hace que todo esté bien con tan solo abrazarle, me han enseñado el coraje de las estrellas, que el amor es lo más importante y que se puede superar toda adversidad. Es el ser humano al que más admiro, la persona que quiero poder llegar a ser algún día, ya que en su corazón no existe rencor, solo buenas acciones.Y para aquellas personas que no creísteis en él, que pensasteis que era un inútil, que pensasteis que no merecía ser mezclado con los otros adolescentes 'normales', permitidme deciros que os jodan, porque ahora mi hermano es un chico de 19 años estudiando su primer año en Oviedo, concretamente la carrera de medicina, porque quiere salvar tantas vidas como pueda, y quiere encontrar soluciones para todo aquello que aún no se ha encontrado una, o bien no se quiere compartir con el mundo.No puedo sentirme más orgullosa de él, y no puedo estar más feliz de saber que dentro de lo que cabe, él está fuerte y sano, y que mientras yo viva, nadie podrá hacerle sentir que va por detrás de otros, porque, señoras y señores, él ya va mucho más adelantado, siempre lo ha ido.
Por este mismo motivo, la próxima vez que pienses que tu vida 'es una mierda', piensa dos veces en lo idiota que has sido por decir eso, deja de preocuparte de cosas insignificantes y vive, vive todo lo bueno que tienes.
Érase una vez un niño, un niño al cual no daban más de cinco años de vida por haber nacido con una Trisomía en el par 8, ¿no sabes lo que es? Te lo resumiré diciendo que es una enfermedad que se basa en la existencia de tres cromosomas en el par 8 en lugar de dos, lo que afecta al desarrollo y que ayuda a que haya malformaciones en los órganos. Es una enfermedad de la que no se habla, de la que no se tiene idea, una enfermedad para la que no hay cura. Ese niño tuvo que someterse a unas once operaciones desde que cumplió los tres años, todas intentando que su vida pudiese ser más fácil, que su precioso y delicado cuerpo pudiese ser como el de los demás niños que nos rodean a diario. Afortunadamente, todo marchaba bien para nuestro protagonista, seguía fuerte, soportando cada intervención de manera admirable, siempre mostrando a su familia una gran sonrisa, diciendo que él era feliz, que otros niños estaban mucho peor que él, que él era afortunado. Sin embargo, a medida que crecía, los tendones no crecían con él, de manera que la forma en que caminaba era cada vez más dañina para él, en una posición de punteras realmente notable. Fue entonces cuando todo cambió. Sus padres decidieron operarle inmediatamente, y tras la operación vino la noticia. Él no volvería a caminar. Es cierto que habría acabado sin caminar igualmente, pero esa operación adelantó varios años ese horrible final para un niño que tenía todo un mundo que recorrer, toda una vida que vivir igual de sano que la mayoría. Para que os hagáis una idea mejor, ese niño es mi hermano. Fue después de esa operación cuando mi hermano sufrió lo que nunca le había visto sufrir, a pesar de las operaciones anteriores, a pesar de el dolor en camilla, a pesar de todo, eso le cambió, eso le hizo darse cuenta de que la vida era tan injusta a veces que no valía la pena seguir sonriendo ante las adversidades. Tenía también constantes infecciones de orina al no poder moverse, lo cual lo hacía aún peor.Mis padres no se rindieron, después del duro golpe no quisieron darse por vencidos y lo antes posible le apuntaron a fisioterapia, le compraron muletas para que intentase poder caminar un poco, le compraron férulas para las piernas vergonzosamente caras, y fueron engañados en más de una ocasión tanto por médicos como por vendedores de productos para personas discapacitadas con el fin de sacar más dinero, a pesar de que eso conllevase reírse de una familia que sufría el luto del poder de caminar de mi hermano. Ahora me gustaría poder deciros que él lo logró, que realmente un milagro sucedió y que ahora se dedica a correr maratones, pero no es así. Él lloraba de dolor al llevar las férulas, lloraba de dolor al intentar estirar las piernas, lloraba de impotencia al saber que esa maldita silla sería su movilidad de por vida.A pesar de todo, con el tiempo mejoró, y tras más operaciones, ahora ha cogido mucha fuerza en sus piernas, mucha confianza en sí mismo, y vive con lo que le tocó día a día, sabiendo que odiar su enfermedad no le haría avanzar, sino quedarse estancado.Como hermana, os aseguro que lo peor que os puede pasar en la vida es ver al ser que más amas en todo el universo sufrir de esa manera, tener miedo de perderle en cada operación, temer que él nunca sea feliz. Ver cómo la gente le mira diferente por la calle, ver como los adultos le tratan creyendo que es idiota, creyendo que ellos son superiores por poder usar sus piernas. Rodearte desde pequeña de niños igualmente enfermos o incluso peor, y que sin embargo jueguen, rían, tengan esperanza. Aunque lo más duro para mí sin duda es ver a otros chicos de su edad y saber que él podría ser así ahora, que podría romper miles de corazones si quisiera, y que podría viajar solo, tirarse desde una piedra alta al mar, etc.Pero sin embargo, no siento pena de mí misma, él es quien lo ha sufrido, yo solo he conseguido crecer como persona, y le estoy tan agradecida a él y a mis padres por hacerme ver lo que es realmente importante en el mundo. Daría mi vida ahora mismo si supiese que de esa forma mi hermano podría caminar, y a la vez, agradezco que esa estúpida enfermedad me haya hecho ser como soy, que me haya hecho conocer el lado oscuro de las cosas.Quisiera algún día ser como mis padres, que lucharon y luchan cada día porque mi hermano pueda ir a cada actividad, que pueda ir de ruta, que pueda bajar el Sella, que pueda viajar, que tenga la vida tan maravillosa que ahora tiene, y que nunca han permitido que nada ni nadie hiciesen que mi hermano se quedase atrás, estoy tan agradecida a Dios por haberme dado una familia tan maravillosa, tan unida e increíble que a veces temo que ellos tan solo desaparezcan. Admiro tanto su fortaleza.Y de mi hermano...¿qué decir de él? Desde el primer momento que le vi ha sido el amor de mi vida, mi timón, la persona que hace que todo esté bien con tan solo abrazarle, me han enseñado el coraje de las estrellas, que el amor es lo más importante y que se puede superar toda adversidad. Es el ser humano al que más admiro, la persona que quiero poder llegar a ser algún día, ya que en su corazón no existe rencor, solo buenas acciones.Y para aquellas personas que no creísteis en él, que pensasteis que era un inútil, que pensasteis que no merecía ser mezclado con los otros adolescentes 'normales', permitidme deciros que os jodan, porque ahora mi hermano es un chico de 19 años estudiando su primer año en Oviedo, concretamente la carrera de medicina, porque quiere salvar tantas vidas como pueda, y quiere encontrar soluciones para todo aquello que aún no se ha encontrado una, o bien no se quiere compartir con el mundo.No puedo sentirme más orgullosa de él, y no puedo estar más feliz de saber que dentro de lo que cabe, él está fuerte y sano, y que mientras yo viva, nadie podrá hacerle sentir que va por detrás de otros, porque, señoras y señores, él ya va mucho más adelantado, siempre lo ha ido.
Por este mismo motivo, la próxima vez que pienses que tu vida 'es una mierda', piensa dos veces en lo idiota que has sido por decir eso, deja de preocuparte de cosas insignificantes y vive, vive todo lo bueno que tienes.
Comentarios
Publicar un comentario